Editorial Sloper

literatura de la que dura

Historia de la bolsa de pipas

     INVENCIÓN DEL ARTEFACTO




En abril de 1994 Román Piña publicó treinta poemas sobre una  noche de copas de un profesor de BUP con sus alumnos. El poemario se llamó Gomila Park, y el formato de su publicación fue artesano y alternativo: en varios folios maquetó los poemas de modo que doblados en trípticos y recogidos por una carpetilla, más la ayuda de una gomita, el artefacto se mantenía más o menos de una pieza. En una entrevista realizada  por María José Merino el titular destacado fue: “mi libro es como una bolsa de pipas”. Piña se refería a la volatilidad del envoltorio y a la frugalidad de su contenido.

     Al cabo de unos meses los poetas Antonio Rigo y Emilio Arnao, que colaboraban como Román Piña en el suplemento cultural Arxipèlag, de El día del Mundo (hoy El Mundo-El Día de Baleares) tuvieron la idea de iniciar una colección de libros siguiendo con el formato, original y sobretodo económico, de Gomila Park. Piña no estaba muy convencido  de la idea. Ya se había embarcado en alguna revista literaria  hacía años y conocía las complicaciones de esta clase de viajes.  Pero el entusiasmo de sus amigos lo convenció.

   Hubo que escoger un nombre de la colección y los tres directores estuvieron de acuerdo en rescatar aquel titular, que reflejaba  bien el espíritu antiacadémico y la visión desenfadada de sus respectivas poéticas. La colección se llamaría La Bolsa de Pipas.

   Todo estuvo preparado para presentar el primer número en enero de 1995. Éste recogía diez poemas de Rigo, diez de Piña y diez de Arnao, bajo el título genérico de Le Con de la Muse.  “El coño de la  musa”. 

 

     LA PRIMERA BOLSA

 


A principios de enero se presentó en sociedad La Bolsa de Pipas en Deià, en una casa  particular a la que asistieron entre otros Nicole D’Amonville, Beryl Graves (viuda de Robert Graves) y Tomás Graves (su hijo menor), Xisco Juan y el poeta de Sóller Pere Colom. Una semana después, el 13 de enero, la criatura fue presentada en Palma en la Fundación La Caixa, en el Gran Hotel, ante numeroso público, de la mano del entonces director de El  Día del Mundo Basilio Baltasar y de Leonardo Sáinz, un pequeño editor que se animó a costear el proyecto bajo su sello, Monograma Ediciones. La intención fue publicar números de la colección con una periodicidad bimestral. Así fueron publicándose en el primer año  “libros” o “bolsas” de Pere Colom (Almas que no tocas), de Xisco Juan (Crónica de Horas y Encuentros), de Mitsuko y Cardwell (Mordidos por la luna de Mallorca), de Pere Joan y Antonio Rigo (Página Par), de Emilio Arnao (Los taxis), y se fue ampliando el  catálogo sin cumplir muy puntualmente la cita bimestral. La juventud de los directores (Piña y Arnao tenían menos de treinta años y Rigo menos de cuarenta) facilitó en el inicio una  labor paralela a la de la edición, y así se iniciaron las tertulias en la librería Tótem de la calle Palau Reial de Palma, bajo el nombre de El Último Jueves, en las que se implicaron especialmente Rigo y Arnao. La librería apenas resistió abierta tres años pero el éxito de los recitales sobrevivió y se celebraron hasta 2014 en distintos locales de Palma.

 

LA CONQUISTA DE LOS KARAOKES

     La ingenuidad de los inicios albergó la esperanza de introducir La Bolsa de Pipas en circuitos alternativos, ajenos a la literatura: barras de bar,  expositores de supermercados, farmacias, gasolineras. Nada más lejos de la realidad, ni siquiera en librerías era fácil colocar el producto, demasiado fino y pequeño para soportar la presión de los libros y revistas al uso. Pero las “bolsas de pipas” empezaron a seducir a lectores curiosos y su consumo se estabilizó gracias a las suscripciones.

     El formato sufrió importantes cambios en los primeros tres años. Primero se intentó distribuir la “bolsa” en una funda de plástico, retractilada, pero no funcionó. Después, cuando aparecieron los libros de Díaz de Castro y Miguel Ángel Velasco (nºs 13 y 14), se decidió abandonar el sistema de trípticos-tapas-gomita y grapar las hojas. Por último se añadió una camisa a las tapas en papel, dándole un toque de calidad definitivo a la edición. Así salieron los números 16, 17 y 18, obras de Alberto Blanco, Elisa Roca y Antonio Manilla.

     En septiembre de 1998 apareció el poemario Salón de Rechazados, de Antonio Manilla, el último número de la colección La Bolsa de  Pipas editada por Monograma. Las dificultades económicas del editor, que además poseía tres librerías, obligaron al parón.

     

LA CONVERSIÓN EN REVISTA

Tres años después Román Piña se animó a rescatar el proyecto, pero independizándose de la cobertura editorial de Monograma. También rediseñó la publicación, estrenando una cabecera a color con el logotipo de Pere Joan y convirtiéndola en revista, dando cabida en cada número al menos a media docena de firmas, y apostando por muestras de creación breves o fragmentadas. En septiembre de  2000 apareció en número 19, con 24 páginas. Se cumplió la periodicidad bimestral y en un año hasta se pudieron publicar números extraordinarios (como la antología de los relatos más breves de Esteban Padrós de Palacios). 


En 2003 La Bolsa de Pipas creció hasta las 32 páginas y se duplicó la tirada del 2000. En 2002 se inició la publicación de números súperextra de la revista, la llamada colección La Guantera, libros de pequeño formato de aparición esporádica. La revista sigue empeñada en fomentar la lectura y en promocionar a escritores de calidad estén dentro o fuera de la industria editorial, y especialmente en señalar olvidos imperdonables. La publicación de una antología de relatos de Padrós de Palacios en 2001 responde a este planteamiento.


La escasa participación de autores en lengua catalana animó a Román Piña a acometer una versión en catalán de La Bolsa de Pipas: se llamó Bossanova y apareció por primera vez en mayo de 2004. Publicó durante un año seis números con firmas como la de Josep Pedrals, Joan Pericàs o Xesca Pujol. No tuvo continuidad.

     





En 2010, la revista cambia de formato ligeramente, añadiendo dos centímetros al ancho, y creciendo hasta las 80 págiinas. Deja la grapa de los últimos 13 años para pasar al cosido, al encolado y al lomo. Un pequeño gran salto que le da un empaque por todos alabado. Gracias a este cambio empieza a dar cabida a crítica literaria, artistas plásticos y grupos de rock.





Editorial del número 78:
COQUETA HASTA LA MUERTE


Querido lector, llevo quince años midiendo 10 cm de ancho por 21 de alto. No me ha ido mal. Qué original, me decían siempre al conocerme. Es verdad que he sido (casi) la única revista de creación literaria de bolsillo, que en mi género he sido otra cosa. “Como una putica, deliciosa y cautivadora”, me dijo Pedro Juan Gutiérrez. Pero me he hecho vieja, tú. El tiempo hace mella. He tenido que cambiar. He echado michelines. Tengo miedo de que dejen de mirarme. Necesito cariño y por eso saco lomo, para tentar caricias. El canto agudo de la encuadernación grapada creo que resultaba demasiado punzante.
Si te digo la verdad, me cansé de que me confundieran con un folleto. “Ya están hechos los folletos”, decían en la imprenta. Y en los mostradores de las librerías se me querían llevar gratis. Oigan, que no, que tengo una dignidad, un precio. No me confundan.
Luego es que no he soportado tanta espera. Tengo demasiado que enseñar. O crecía o me volvía loca. No puedo hacer esperar a lectores y autores tantos meses. Ahora me cabe más tinta y voy a poder dar curso a mucha más creación que antes, a más ritmo. Y me despatarro: que entre todo, la crítica, el cómic, la fotografia. Me puedo dejar abusar porque los michelines de la edad como que me insensibilizan. No me entero.
Me ha dado miedo, no te creas, reconocer que he crecido. Me dije que jamás lo haría, que así estaba bien. Que mi tamaño era inmejorable e irrenunciable. Pero a veces toca arriesgar, ¿no? Además tampoco ha sido ésta una transformación exagerada. ¿Qué son dos centímetros más, y 16 páginas más?
Lo hago por vosotros, lectores que os lamentabais de lo frugal de mis frutos. Por vosotros, autores que esperabais años para imprimir vuestras huellas en mis carnes. 

 

ÚLTIMA ETAPA



En enero de 2016 se hace un número especial, de celebración, por ser el 100. Participan autores "históricos" de la revista, como los dibujantes Max, Pere Joan o Gabi Beltrán, y autores como David Torres, Colectivo Juan de Madre (en portada), Alberto Blanco, Andoni Sarriegi, Miguel Dalmau, Antonio Rigo, Pablo Miravet, Ernesto Maruri, Francesca Pujol, Diego Prado o Antonio Manilla entre muchos otros. El número tuvo 128 páginas.

En el acto de celebración del nº 100, en la librería Literanta de Palma, Piña lee:
"...En la historia de la revista hubo un consejo de redacción, que recomendaba libros, hubo una sección llamada terreno Dalmau, donde Miguel Dalmau desempolvaba sus fetiches, hubo otra llamada Posesiones (firmada por mí), donde nació el mote de Calamardo para uno de los escritores más intocables del planeta. Un día se empezaron a incluir reseñas de libros, y esa sección sigue viva hoy y cuenta con un estaf de lujo. Y hubo una rama que engordó mucho y dio lugar a la editorial Sloper.

La revista fue buen augurio dos veces: cuando publicó a Ángela Vallvey días antes de ganar el premio Nadal, o a Ben Clark antes de ganar el Ciudad de Palma..." 

En esta etapa última, en que la revista cuenta con 80 páginas, en enero de 2011, se hace un número de homenaje a Miguel Ángel Velasco, que cuenta con textos de su gran amigo Enrique Ocaña, y de otros como Vicente Gallego o Carlos Marzal. También aparece un número dedicado a Valentín Chacártegui Sullivan, el gran poeta que muere con sólo 32 años.


En octubre de 2016 sale el último número de la revista, el 103, con portada de Pablo Gallo, el punto final a 22 años de impulso de la creación literaria, a 22 años de apostolado del vicio lector,  del aplauso al creador.

 

La "Bolsa de Pipas" desaparece como revista, pero deja su fruto en la editorial Sloper, que nació en su seno en 2008 y continúa su labor de búsqueda de autores nuevos. La colección La Noche Polar de Sloper ha publicado, en el momento de cerrar la revista, 62 títulos.

En 2017 nacerá el premio de Poesía La Bolsa de Pipas, en memoria de la revista que arrancó con treinta poemas de tres jóvenes.


Algo más...

LOS CRÍTICOS
El cuadro de críticos habitual está formado por Pablo Miravet, Diego Prado, Álvaro Muñoz Robledano y Marina P. de Cabo, pero entraron a ejercer esta labor también José Luis Espina, Carlos Ferrer, Rubén Sáez o Carlos Ciprés.


LOS MECENAS

Habitualmente aparecen en la revista relatos de los alumnos de talleres de Hotel Kafka, de Madrid, escuela de escritura que ha colabora estrechamente con el proyecto. Apoyan la revista muchos años las galerías de arte Pelaires y Xavier Fiol, y el Grupo Kaldi, que patrocina el premio Cafè Món, hoy Café 1916.


UN CONSEJO DE REDACCIÓN


Durante un tiempo un consejo honorífico formado por David Torres, Ángela Vallvey, Agustín Fernández Mallo, Rafael Reig y Román Piña Valls contribuyen con la revista con recomendaciones de libros.



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